domingo, 3 de abril de 2011

El cantonés en Guayaquil... Como has cambiado!

Pienso que el cantonés es uno de los más representativos y emblemáticos chifas de la ciudad, pues cambió el esquema del típico chifa sucio, lleno de cucarachas, del que todos decían que se comía iguanas o gatos en vez de pollo, y logró posicionar la cocina china como algo gourmet, con sus elegantes salones y su aceptable atención.

El día de hoy me tocó visitarlo de casualidad, pues, estabamos terminando el paseo dominical con la familia, y a mi sobrino se le ocurrió invitarnos a comer a este restaurante. Al llegar se notaba que el lugar estaba lleno pues no había espacio para parquear por lo que tuvimos que dejar el carro a la vuelta, notamos que no había guardía que estuviera cuidando, y caminamos hacía la entrada. En la entrada nos recibe un guardía, a quién le consulté si había alguien cuidando los carros y me dijo que el mismo hacía eso también...

Ya dentro del restaurante, después de mirar un rato el estanque de peces, nos dirigimos a buscar mesa. En la entrada nadie nos recibió y se notaba que el lugar estaba algo ocupado pero no en su máxima capacidad. Tuvimos que buscar mesa por nosotros mismos y encontramos esta:

 

Me pareció raro, y de mal gusto, que tengamos que encontrar la mesa por nosotros mismos y que ninguno de los meseros se acercara. Casi tuvimos que empezar a limpiarla nosotros, pero en ese rato aparecieron una mujer con vestimenta china y un mesero vestido de terno. 

 

Luego de quitar los platos, de manera muy lenta, y sin siquiera dirigirnos la palabra a parte de pedirnos permiso para limpiar, nos encontramos con unos manteles viejos y sucios, tanto para mesas como para sillas:
 

 
Le consulté al mesero en terno (que más tarde me enteré que era el "capitán"), que por qué estaban tan sucias las mesas y me supo decir que era porque el lugar estaba lleno. Le expliqué que me refería a las manchas en los manteles de las sillas y las mesas, y él sólo se fue dejándome con la palabra en la boca.

Al terminar de limpiar notamos que la mesa en la que nos tocó estaba en mal estado, como se puede ver en la siguiente foto:


Pero, en fin, luego de que limpiaron la mesa tuvimos que esperar hasta que un mesero se digne pasar por nuestra mesa para tomar el pedido. Tuvimos la suerte de que uno de ellos pasara y de que nos atendiera. Lo hizo de forma amable, pero apresurada. El restaurante estaba ocupado, pero no como para no poder atender bien a los clientes que estaban en el lugar. Aquí algunas tomas del lugar:




Se demoraron algo así como 25 minutos en servir luego de tomar el pedido, y no nos dieron las típicas masas de wantang para esperar, sólo nos llevaron las bebidas. Me parece que el problema era que los 5 meseros, 2 capitanes y 1 anfitriona, no se abastecen para atender a las cerca de 40 mesas que tiene el lugar, que tienen un promedio de 6 puestos por mesa.
La comida estaba buena, nada del otro mundo, por supuesto, pero para quitar el hambre estaba bien.  Tienen entradas que van desde los $5 hasta los $20, e incluyen rollos, sopas y otras. Los platos fuertes van de $8 a $30, y van desde chaulafan hasta langosta. Los postres van desde $4 a $8. Y cuentan con menúes familiares que van desde $12 hasta los $19 por persona, mínimo 4 personas.


Lo raro es que al fijarme nuevamente en la entrada, noté que tenían exhibido un premido de mejor restaurante de comida china del 2006,  pero estaba sólo ese premio, al parecer no han ganado más concursos.


Mis recomendaciones al restaurante son que aumente la cantidad de meseros, que entrene al personal para que atiendan a los clientes apenas lleguen al restaurante, y les den algo para picar mientras esperan, con eso pueden reducir el estrés de la espera. También pienso que deberían reinvertir en mesas y manteles nuevos, así como de desarrollar procesos para agilizar la limpieza de las mesas luego de que los clientes terminen la comida. Pues, vamos, tampoco era un restaurante de almuerzos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Cómo encontrar un buen restaurante?

Desde hace algún tiempo me ha venido a la mente la idea acerca de lo difícil que es encontrar un buen restaurante cuando vamos a comer fuera. Debido a los cambios socioeconómicos que hemos vivido, en general, en el mundo, cada vez más son las veces que comemos fuera de casa. Tomemos un ejemplo como base: "La participación cada vez más activa de las mujeres en los trabajos fuera del hogar", este hecho, acompañado del incemento del ingreso del hogar ha hecho de que cada vez sean menos los hogares en los que se cocina.

Hay variadas opciones al momento de comer fuera, que dependiendo de nuestro objetivo podrían satisfacer nuestras necesidades. Me refiero a que no es lo mismo buscar un restaurante para un almuerzo diario, que buscar un restaurante para salir con tu novi@ o amig@ especial, o para una reunión de negocios, o para celebrar tu cumpleaños o para reunirse con amigos.

La pregunta que les quisiera plantear es la que se encuentra en el título de este blog: Cómo encontrar un buen restaurante?

Gracias a los adelantos tecnológicos de hoy en día es posible consultar en google, o en algún otro buscador, opciones para comer fuera, pero ahí es cuando empieza la travesía pues encontramos un mar de información, y no siempre esta información es 100% creíble, pues en ciertos casos se trata de publicidad de restaurantes con una oferta de servicio que no siempre es real.

Si hoy quisieras comer fuera, qué harías para escoger el restaurante adecuado?

miércoles, 26 de mayo de 2010

Comer es un placer... a veces!

Dicen que comer es un placer. Para mí el placer está en el buen comer, pues no es lo mismo que comer, simplemente. Pienso que la diferencia radica en el hecho que para saciar el hambre puedes hacerlo en cualquier lado, pero comer bien no en cualquiera.

Hoy tenía una reunión de negocios pendiente. La idea inicial era comer sushi, para lo cual había escogido mi lugar favorito: “Sake”, pero lamentablemente estaba en remodelación y no pudimos almorzar ahí. Pero como la reunión no se podía posponer, se me ocurrió la “genial” idea de ir a alguno de los restaurantes que estaban en la zona. A unos 100 metros más adelante, vimos un restaurante que llamaba la atención, con un ventanal inmenso iluminaba el lugar completamente, y se lo veía bastante acogedor dentro, por lo que decidimos entrar ahí. “Villa Delizia” decía fuera del lugar en un letrero muy elegante hecho de madera y hierro forjado.


En la puerta nos atendió un señor medianamente amable, indicándonos el tipo de comida y quiénes eran los dueños del lugar –“tres socios”, fue lo que alcance a escuchar antes de entrar. Ya dentro del lugar, fuimos atendidos por una anfitriona que relativamente de forma amable nos mostró una mesa. Hasta ahí todo estaba normal, ni mucho ni poco. Luego de eso nos abordó el mesero, un señor de unos 36 años con acento argentino practicando italiano. Él nos pasó las cartas para ver el menú y se retiró por un momento.


Mire por ahí en la carta, pero no vi nada de mi agrado, pues la carta parecía no tener intenciones de vender ningún plato. Lo único que me fije fue que el plato fuerte más barato costaba $12, cosa que no me impresionó, pues si algo vale la pena no me importa pagarlo realmente. Mire a mi socio, y me di cuenta que estaba tan desconcertado como yo. Luego el mesero se acercó y nos preguntó con su tono argentino si deseábamos pedir algo de beber antes de ordenar. Lo miré y le pregunté por algún plato que me pudiera recomendar, y me dijo, ya les traigo la pizarra…

La pizarra se trataba, en efecto, de una pizarra de esas verdes en las que se escribe con tiza, de esas que me hacen recordar mi niñez en la escuela. La pizarra tenía unos nombres medios raros que ni el mesero supo decir, pero nos llamó la atención uno que decía que tenía camarones y calamares. Para beber pedí una botella de agua, y mi socio una limonada imperial.

Sirven las bebidas. Para mi sorpresa me ponen una copa de agua bastante fina, pero el agua que me sirven es el agua SUMESA. Claro, agua es agua, pero como para un lugar como ese y los precios que tenían parecía no encajar.


Mientras esperábamos, el mesero trajo pan. En lo personal me encanta comer el pan que sirven en los restaurantes con mantequilla, por lo que se lo solicité a este señor, quien me supo indicar que en ese lugar se come el pan con vinagre balsámico y aceite de oliva. Yo lo miré y le dije que en realidad prefería mantequilla, él se encogió de hombros y me dijo –“Sólo que le traiga la de la cocina, pero creo que no le ha de gustar” – ya para este momento el acento argentino desapareció, y parecía más como boliviano. En ese momento mire hacia el plato de pan y le dije, gracias, sin ninguna emoción, solo esperando que se aleje.

Se demoraron aproximadamente 20 minutos en servirnos el pedido. Y cuando lo sirven… entramos en shock, mi socio me queda mirando con cara de “Qué… es… eso!?”, yo sólo sonreí, me encogí de hombros y lo probé. No sé realmente como describirlo, tal vez lo que más se aproxime sea un rissoto color ceniza. Como una especie de reflejo, luego de probar el plato, mi socio llamó al mesero y le pidió picante, me imagino que no le gustó tanto. Yo no suelo comer picante, mas bien, en restaurantes de comida italiana, tanto en el país como fuera, suelo tener la costumbre de pedir salsa tabasco… pero ¿adivinen qué? En ese lugar se come con ají deshidratado. El mesero trajo el ají deshidratado con una gran sonrisa, bastante fingida, yo volví a mirar fijamente el plato esperando que se vaya.



Ingenuamente le pregunto a mi socio qué tal estaba el plato –yo ya sabía que estaba malo- él me mira y me dice con dificultad que "estaba bueno", pero no se comió más de un tercio del plato. Yo, como no había desayunado y ya eran casi las tres de la tarde, me lo comí con todo el ají deshidratado que nos sirvieron. Si se fijan en la foto, eso es lo que le da color, sino sólo sería un plato sombrío.
Y luego de eso, ya vino la parte principal del almuerzo, la susodicha reunión, misma que duró breves momentos pues mi socio realmente no se sintió a gusto, la tuvimos que terminar a lo que salimos del lugar. Al final trajeron la cuenta, bastante rápido diría yo. Factura Total $ 42.00, obviamente el mesero no tuvo propina

Pienso que los dueños de restaurantes en general deben cuidar el servicio al cliente con algo bastante simple: La capacitación, pues si el mesero hubiera al menos sabido recomendar algún platillo probablemente la impresión que nos llevamos del lugar hubiera sido diferente, pero como siempre digo “los hubieras no existen”, pero siempre hay una oportunidad para cambiar en la siguiente ocasión que se dé el servicio.

Finalmente, hay que guardar una relación entre el precio y la calidad. Para mí la atención y la comida no estaban valoradas en más de $5 por plato. El asunto del agua es algo de sentido común: Si vendo un plato de $15 + impuestos, sirvo un agua DANSANI al menos, pues el costo para el restaurante es casi el mismo de una agua SUMESA, pero la percepción es diferente. Tal vez estos sean algunos de los motivos por los cual el restaurante tenía tantas mesas vacías en plena hora del almuerzo.